Dalí y como defender la propiedad intelectual de forma expeditiva

Dalí y defender la propiedad intelectual  podría sonar anacrónico, cuanto menos atemporal, y en la mayor parte de las ocasiones, anecdótico.

NUEVA YORK 1939…

Allá por el año mil novecientos treinta y nueve se encuentra Dalí en la ciudad de Nueva York de viaje. Por aquellas acepta el encargo de decorar los escaparates comerciales de unos grandes centros de la capital norteamericana.

Dalí escoge como tema para su creación “El Día y la Noche”, representando al  primero un maniquí que se mete en una bañera peluda, y al segundo (la noche) mediante  brasas y paños negros extendidos, pero la dirección modifica el decorado sin llevar a cabo ningún tipo de consulta con el autor.

El artista catalán, conocido a lo largo de su vida por sus excentricidades y sus replanteamientos sociales diarios, vuelca la bañera de astracán llena de agua y la lanza contra los cristales del escaparate de la tienda para la que realizó el montaje, produciendo un destrozo considerable en las instalaciones.

REACCIÓN EN AQUELLA LA ÉPOCA

Contra todo pronóstico, la opinión pública norteamericana le aplaude el vigor con el que ha sabido defender la propiedad intelectual de su obra, pero es juzgado por los tribunales y condenado a pagar los desperfectos generados por la misma.

El precio por los desperfectos a los que tuvo que hacer frente Dalí tras la orden judicial rondó los sesenta euros, y se correspondían básicamente por el costo del cristal roto.

Pero lo más llamativo del caso fue el cómo el juez también le dio la razón en lo que respecta al derecho a defender la propiedad intelectual  de su obra: “Lo tiene que pagar, pero todo artista tiene el derecho de defender la integridad de su arte, de su obra, hasta las últimas consecuencias”.

DEFENDER LA PROPIEDAD INTELECTUAL: UN DERECHO DEL PROGRESO

Como dijo José Manuel Lara durante una rueda de prensa en dos mil trece junto a Rosa Regás en referencia a defender la propiedad intelectual, “es tan propiedad, la intelectual, como el sofá o la televisión. No podemos seguir expoliando a los autores de esta manera. No podemos permitirnos el lujo de ser el país civilizado con más piratería. Multiplicamos a Francia por siete”.

Quizá el gesto que tuvo en su tiempo Dalí pecó de ser excesivamente gráfico, pero la defensa de la autoría de tu obra es esencial en cualquier sociedad avanzada que se precie, y el derecho económico sobre ella para que recibas la remuneración económica correspondiente por tu aportación cultural es totalmente justo, y que solo tú puedas autorizar la explotación de tu obra y marcar las condiciones de la autorización es básicamente, un derecho fundamental.

 

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